viernes, 15 de abril de 2011

¿Sabe amarrar zapatos?



A casi todo el mundo le cuesta aprender a amarrarse los zapatos. Poner crema dental en un cepillo difícil, pero ¿amarrarse uno los zapatos? Nada fácil. Además, ¿quién los necesita? Use mocasines. Ande descalzo. De todos modos, ¿a quién se le ocurrió la idea de los zapatos?

Tampoco ayudan las rodillas. Siempre en la cara. Hay que inclinarse alrededor de ellas, hacerlas a un lado, nadie puede concentrarse.

Además, ah, ¡el consejo! Todo el mundo tiene un método distinto. “Haz un árbol con el cordón, y deja que la ardilla entre al hueco”. “Forma la oreja de un conejo, y luego envuélvela con un lazo”. Papá decía: “Más rápido”. Su tío le dirá que se tome su tiempo. ¿No se pueden poner de acuerdo? Solo en una cosa. Hay que saber cómo hacerlo.

Aprender a amarrarse los cordones es un rito de la edad. La primera atadura de cordones ocurre entre primer grado y la primera bicicleta. Sin embargo, qué horroroso es el proceso…

Exactamente cuando usted cree que ha hecho los lazos  y ha circundado el árbol toma unas orejas de conejo en cada mano, da un triunfante tirón y, ¡listo!, un nudo. 

Mi amigo Carlos solía sentarse en una banca del parque durante algunos minutos cada mañana. Le gustaba ver a los niños reunirse y jugar en el paradero del bus. Un día observó a un niño, de más o menos cinco o seis años, que luchaba por subirse al bus.

Mientras los demás subían, él estaba agachado, intentando frenéticamente desenredarse un nudo en los cordones. Cada vez se ponía más ansioso, y sus ojos desesperados iban con rapidez de los zapatos al transporte.

De repente fue demasiado tarde. La puerta se cerró. El niño volvió a ponerse de cuclillas y suspiró. Entonces vio a Carlos. Con ojos llorosos lo miró sentado en la banca y preguntó: “¿Desata usted nudos?”

A Jesús le encanta esa petición. La vida se enreda. La gente se mete en problemas. Uno nunca es tan grande como para sentir la necesidad de mirar hacia arriba y decir: “¡auxilio!”

Jesús tiene la costumbre de aparecer en tales momentos.   La barca vacía de Pedro. El corazón vacío de Nicodemo. A Mateo le preocupan sus amigos. Una mujer tiene un problema de salud. Mire quién aparece. Jesús, nuestro Salvador y vecino.

¿Desata Usted nudos?
 Sí, dice Jesús, y quiere ayudarte de hoy en adelante.

Alvaro Serna Morales

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