viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Dónde hallar la verdadera placidez de vivir?

¿Dónde hallar la verdadera placidez de vivir?

Solo cuando llegó a viejo, a las puertas de partir a la eternidad pero con la indeclinable decisión de seguir leyendo hasta que pudiera ver, Raúl pudo decirme una tarde --en su melancólica y solitaria habitación, en Santiago de Cali--, que había alcanzado madurez personal y espiritual.

--Ahora sí creo que puedo irme—dijo--. He aprendido a llevarme bien con Dios y con quienes me rodeany acto seguido me mostró las fotografías recién tomadas de sus hijos y de sus nietos--: Por ejemplo, ya no peleo con ellos –los señaló en la gráfica—y con éste, el más pequeño de todos ¿lo ve?, he aprendido a comunicarme porque no niego que hasta hace un tiempo me impacientaban los niños--.

Fue una conversación rápida, azarosa, de esas que jamás deseamos tener porque nos embarga la íntima convicción de que aquellas pueden ser las últimas palabras que cruzamos con nuestro interlocutor. Y así fue. Un mes y una semana después, Raúl inició ese viaje largo, tranquilo y eterno que algún día emprenderemos usted y yo.

Y aunque lamenté no haber estado en sus últimos momentos, o al menos durante las exequias, me invade la tranquilidad de saber que Raúl llegó a ese estado de equilibrio en el que encontramos sentido a la existencia...

La radicalidad en nuestras decisiones

Con demasiada frecuencia nos debatimos entre la disposición de cambiar y la tendencia a seguir haciendo lo mismo que hasta hoy, así nos haya traído desilusiones y desavenencias. Sabemos que nuestro comportamiento no el más indicado, sin embargo, seguimos ahí, como atados al sillón, sin poder movernos a uno u otro lado.

En circunstancias así cobra vigencia la exhortación de Pedro cuando escribe: Apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala.”(versículo 11. Nueva Versión Internacional ).

Apartarse del mal amerita una decisión. Y cuando usted y yo tomamos una determinación, si es para el bienestar, debemos ser radicales. Es una pieza fundamental en la tarea de alcanzar placidez en la vida. Las ambivalencias no llevan más que al fracaso y a la frustración. Dios es quien nos otorga las fuerzas necesarias para permanecer firmes en esa decisión de cambio.

www.triunfandostereo.org

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