jueves, 10 de marzo de 2011

Muchos kilómetros por camino equivocado

MUCHOS KILOMETROS POR CAMINO EQUIVOCADO 


La mayoría de nosotros tenemos mejor vista que discernimiento de la vida. No es nuestra visión lo que está mal, sino la perspectiva la que nos juega muy malas pasadas; y esto resulta muy cierto en lo que respecta a las personas: tenemos la tendencia a ver sólo que es obvio, lo que está en la superficie, lo que se ve a primera mano y dejamos de percibir lo que hay más adentro. 

Es ahí donde existe tanta diferencia entre nosotros los humanos y Dios. Un antiguo juez israelita consignó este hecho de la siguiente manera: “Y Dios respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón” 1 Samuel. 16:7. 

Esto nos lleva a pensar por qué alrededor nuestro nos damos cuenta de muchos actores, pues por supuesto nadie puede ver lo profundo de nuestro ser, pues siempre tratamos de dar y mostrar una excelente “imagen”, sin nadie imaginarse las inseguridades, los bajos niveles de autoestima, los complejos, frustraciones y luchas con las que tenemos que vivir cada día. 

Leí en alguna oportunidad unas frases del famoso dibujante de historietas Ralph Barton, el escribió: “He tenido pocas dificultades, muchos amigos y grandes éxitos. He ido de esposa en esposa, de casa en casa y visitado magníficos países. Pero estoy hastiado de artificios para llenar las veinticuatro horas del día”. 

¿Quién hubiera imaginado que se quitaría la vida? Parecía tan feliz en la superficie, era envidiado por tantos y sin embargo en lo interior de su vida una tormenta incontrolable. 

El rey Salomón, un hombre rico, -corrijo el más rico que se tenga memoria en la historia antigua-, famoso, con salud, con servidores, con “todo” lo que uno piensa que lo puede hacer feliz, llegó a darse cuenta que: No había satisfacción en el conocimiento intelectual. 

Tampoco en la risa y el placer enloquecedores.
Buscó en el vino, en las mujeres, en la música y sólo sintió aburrimiento mayor.
Probó con proyectos personales, estanques, parques bien perfumados, pero no encontró satisfacción.
Intentó realizarse con harenes de hermosas concubinas, cientos de esposas, y buenos cantores y ¡nada!
Coleccionó las mejores piedras preciosas, piezas de joyería y de arte, de valor incalculable, pero ninguna de estas cosas le satisfizo. 

Salomón igual que el dibujante Ralph Barton, se sentía hastiado de artificios para llenar su vida y vivir sus días, pero no se quitó la vida, siguió caminando, mas kilómetros del camino de la vida. 

Entonces ¿cuál es el disfrute de la vida? El mismo Salomón lo expresó así: “El disfrute es un don personal de Dios”, esto es cierto. A menos que Dios se encuentre en el centro de nuestras vidas, nada nos alegrará por mucho tiempo y tampoco lo disfrutaremos por muchos días. 

Tal vez tú has estado buscando la paz, la alegría y el disfrute de la vida, por tus propios medios, o por todo lo que la sociedad o mundo te propone, pero te has dado cuenta que nada te ha satisfecho, has caminado muchos kilómetros por el camino equivocado, te ánimo para que hoy te acerques a Dios y le pidas dirección o le pidas ayuda para dejar tu hastío de artificios para satisfacer tu corazón y alma. Con Dios se puede disfrutar verdaderamente la vida. 


Alvaro Serna M.

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